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Cuadernos Melanie Klein 5-6, Sept.-Mar. 2015

 

 

LOS AVATARES DE DESHILVANAR UNA MADEJA…

REFLEXIONES TRAS UNA PUBLICACIÓN SOBRE IGOR A. CARUSO

(PARTE 1)

 

 

CYNTHIA DEL CASTILLO

 

“Bien sabemos que nunca se produce conocimiento en un vacío desinteresado y aséptico (imagen ingenua del científico muy presente en el imaginario más popular y tan fomentada por los intereses en juego), sino en la permanente confrontación entre disciplinas, escuelas, corrientes teóricas, grupos de poder, etcétera, en la lucha por la hegemonía teórica, práctica y política” (Perrés, J. 2000, p. 32)

 

Mi artículo anterior “Igor Caruso y una madeja de mitos y novelas en el psicoanálisis institucional1, nació del interés por expresar y trabajar un hecho pasado que ha venido repercutiendo en efecto dominó, en ciertos ámbitos institucionales psicoanalíticos tanto de Europa, Austria más específicamente, como de México. Hecho que asimismo continúa con posibilidades de ser elaborado desde un sinfín de líneas y posturas.

 

En lo particular, como psicoanalista y como egresada de una de las instituciones interpeladas por el tema, como alguien motivada en trabajar un producto de la combinatoria de las anteriores, me avoqué a escribir sobre tal hecho. Una tarea qué, al poco de ser publicada comienza, a su vez, a generar otra vertiente de la escalada dominó con efecto boomerang, tanto para la autora como para el editor, autor y psicoanalista Rodolfo Álvarez del Castillo Luviano.

 

Presento ahora este segundo artículo, escrito a lo largo del año 2014, cuyo objetivo es reflexionar sobre los actos que suceden tras la publicación del primer escrito, buscando ahora enmarcar y considerar cómo: el realizar un trabajo teórico sobre un tema público pasa a ser de otro orden.

 

El deshilvanar ahora esta otra madeja, el desbrozar e intentar darle un sentido productivo a estos sucesos posteriores, entretejiendo otra madeja distinta es tarea nada fácil, sin embargo considero que puede presentar una muestra más –de los nudos y puntadas– que constituyen y marcan la historia de la institución psicoanalítica.

 

Esta labor de entramado me implica desde diversos lugares, mismos que considero pueden mostrarse, alternarse y recorrer las líneas y reflexiones propuestas aquí… Me parece pertinente señalar al lector(a) dos aspectos.

 

Primeramente, que este trabajo se presenta por supuesto desde el psicoanálisis, pero a veces desde la crónica, otras veces desde la historia y la narración, y en otros momentos desde el análisis institucional, mostrando las diferentes dimensiones que interpelaron mi persona, antes, durante y después de transitar esos caminos, caminos que a veces son vericuetos. Por lo mismo no se trata de una sola línea de estudio, sino del atravesamiento y entretejido de múltiples aspectos sobre-determinados, relacionados entre sí en mayor o menor medida. Lo cual complejiza el dar cuenta de ellos y lleva a tener diversas miradas, a callejones y obstáculos que se intentan sortear.

 

En segundo lugar, también señalar que, en la búsqueda de un estudio de lo acontecido, me veo en la necesidad de ser muy puntual en la narración y el seguimiento de los diferentes momentos que rodean este segundo artículo, de manera que podamos contextualizar y trabajar con ellos, hilvanando lo sucedido cronológicamente con las elaboraciones que se generen al ir haciendo las “puntadas” una a una.

 

 El círculo se cierra de nuevo: la compulsión repetitiva se encarga del retorno a los orígenes; la prioridad se hace primacía. (Caruso, I. 1974, p. 35.)

 

Poco después de la primer publicación acontecen oposiciones a la misma donde, a mi parecer, se pierde el foco sobre la importancia que tendría, para los interesados en el tema, el sumergirnos en el mismo…

 

Tan pronto el grupo actual a cargo del CPM tiene conocimiento del artículo, hay considerables reacciones centradas en anularlo y difamarlo directa e indirectamente, así como a la autora de este. Con lo que –a su vez– de manera implícita, se presentan como los portadores de las versiones que deben o no ser escuchadas y atendidas sobre Caruso en tal institución, en México y donde sea que ellos puedan ser escuchados.

 

"Como nos lo ha vuelto a recordar la obra de Michel Foucault. En este sentido la pretendida “neutralidad” y “extraterritorialidad”, en relación con lo social-histórico, que en términos generales han querido mantener psicoanalistas, sociedades psicoanalíticas e incluso el mismo dispositivo del psicoanálisis (entendido como cuerpo teórico-clínico), resulta a todas luces inadmisible, estallando al menor análisis clínico". (Perrés, J. 2000, p. 36-7) [El subrayado en negritas me pertenece].

 

Para los actuales directivos del CPM mi escrito fue un desacierto. Personalmente –a pesar de sus reacciones–, el desacierto hubiera sido no expresar mi voz: ni antes, ni ahora. Me apego a la importancia de que la palabra circule y no se obture. Toda toma de postura viene acompañada de consecuencias.

 

Si el portador de malas noticias debe morir, no debería considerarse a sí mismo como mártir, sino sólo la víctima necesaria de un error; de lo contrario, no demostrará más lucidez que sus detractores. (Roustang, F. 1989, p. 219.)

 

Las reacciones tomadas por el grupo a cargo del CPM implican a esta psicoanalista, pero me parece preponderante ir más allá de mi persona. Esto que ahora aconteció conmigo viene dándose en el ámbito de la institución psicoanalítica desde que hubo tal, desde aquel entonces en que Freud decidía quién merecía tener un anillo y quién no se abren los senderos de una historia, donde, el estar autorizados o no como psicoanalistas, el erigirnos como autorizadores de otros o no, ha desgarrado permanentemente nuestro trabajo y nuestra ciencia, y por ello somos criticados desde adentro y desde afuera de ella, debido a la incoherencia que tal pasado y presente conllevan.

 

Una declaración de Eitingon pronunciada en 1922 resulta reveladora del poder que tuvo sobre toda la institución psicoanalítica, con relación a la formación de analistas, a partir de la segunda generación, ´Soy yo quien tiene el control en sus manos´. Es preciso hacer explícito que contó siempre para ello con el consentimiento de Freud, por lo que deberemos distinguir claramente en nuestros análisis sobre psicoanálisis y la institución psicoanalítica, las grandes diferencias existentes entre el Freud productor de teorías psicoanalíticas, totalmente ético como investigador, y el Freud líder institucional, que ponía por encima de toda ética lo que llamaba “la causa”, es decir, el movimiento psicoanalítico y su afianzamiento en la sociedad y con ello la permanencia del psicoanálisis, su creación. (Perrés, J. 2000, p. 82) [El subrayado en negritas me pertenece].

 

Se encuentra en él [en Freud] una depreciación muy particular de la materia humana que le ofrece el mundo contemporáneo. Esto, seguramente, es lo que nos permite vislumbrar porqué Freud ejerció concretamente el peso de su autoridad para asegurar, así creía él, el porvenir del análisis. (Lacan, J. 1953-4, p. 23.)

 

 

Retomando sucesos previos a la primer publicación de Caruso, una carta-invitación y una decisión

 

Tras terminar la formación psicoanalítica en el CPM, en junio de 2013, soy invitada en agosto de ese año, junto con varias personas (miembros, fundadores, coordinadores de seminario, etc. entre ellos –en aquel entonces todavía miembro activo– Rodolfo Álvarez del Castillo Luviano) a formar parte de una investigación sobre Caruso, a la cual accedo a participar. La invitación vía mail es enviada por la presidenta de la mesa directiva y Fernando González, quienes conforman en el Círculo la “Comisión de la reapropiación de la memoria del CPM”, el último es cofundador y ex miembro activo, psicoanalista e investigador.2

 

En dicha carta, tal comisión expresa haber estado investigando sobre el “Tema Caruso”, esto a partir de haberles compartido –por mi parte– la información descubierta. La idea era que, además de esta investigación que ellos mencionan, los invitados presentáramos otros trabajos, con la línea de interés que cada quien decidiera, a partir de la participación de Caruso en Spiegelgrund y, posteriormente, reunirlos todos como parte de un libro sobre la reapropiación de la memoria del CPM. Libro que venía siendo elaborado como uno de los eventos conmemorativos del 40 aniversario de la fundación del Círculo, antes de saberse lo de Caruso. La llegada de tal aniversario, en el año 2014, es lo que fomentará la previa aparición de la comisión mencionada.

 

Es decir que, se empiezan a preparar las celebraciones por el 40 aniversario del CPM y, en medio de los proyectos para el festejo, les participo que uno de los pilares fundadores de la institución trabajó para el estado nazi…

 

 No estoy allí donde creí estar, ya no estoy allí donde creí haber estado. (Roustang, F. 1989, p. 224.)

 

Cabe señalar que de la investigación que ellos llevaban, lo único conocido por mi persona era un escrito, todavía breve, que comienza a realizar Fernando González cuando se entera que Caruso participó en Spiegelgrund, aprontándose a escribir sobre ello, casi simultáneamente a transmitirles yo la noticia, ya que es una de las primeras personas a las que Felipe Flores entera, tras yo enterarlo a él.

 

Tal escrito me fue entonces enviado en sus inicios (a petición de González, vía mail a través de Juan Diego Castillo, miembro activo y cofundador) y, tras ser invitada a la investigación –casi un año después–, me es entregada una copia del mismo, pero de mayor volumen por el tiempo transcurrido. El escrito de González también les fue dado a los invitados y a los miembros activos, ocupando, desde el inicio, un papel principal en su escucha y mirada.

 

Después de la carta-invitación se me avisa de acuerdos para reuniones y presentaciones con el fin de comentar las propuestas de los invitados, junto con la investigación de la comisión mencionada, siendo programada la primera reunión para el mes de noviembre de 2013.

 

Sin embargo, durante los meses siguientes que continúo investigando y escribiendo, lo que comienza a trasminarse son severos enfrentamientos entre diversos miembros activos, siendo un desacuerdo principal el cómo dar cuenta, institucionalmente, de lo hallado, disputas que brotan desde que aparece la información que era desconocida sobre Caruso, y donde incluso surgen posturas que se inclinan por el cierre del CPM.

 

Si es que existiera un inconsciente institucional en nuestras sociedades psicoanalíticas, entonces, en ese caso, tendrían que lidiar con crisis, y su funcionamiento institucional inevitablemente y regularmente será cuestionado. Los seres humanos no controlamos nuestro inconsciente, tampoco las sociedades psicoanalíticas pueden hacerlo. También es verdad que, cuando las sociedades psicoanalíticas generan derivados del inconsciente desconocen hasta qué alcance el cómo lidiar con las manifestaciones de estos derivados al interior de sus estructuras. (Loewenberg, P. & Thompson, N.L. 2011, p. 35) [La traducción del inglés me pertenece].

 

La reunión de noviembre para el seguimiento de la investigación no se lleva a cabo, no hay un aviso de cancelación o reprogramación, desconozco las razones de ello. Sin embargo sí suceden otro tipo de circunstancias preponderantes.

 

A finales de 2013, como resultado de las graves desavenencias, acontecen importantes escisiones: la salida de los miembros activos que estaban en la sede del Círculo en la ciudad de Cuernavaca, entre ellos el anterior presidente de la mesa directiva, Carlos Fernández Gaos.

 

Observaba entonces un panorama institucional muy complicado, desordenado e incierto…

 

El CPM, como tantas instituciones, psicoanalíticas o de otra índole, nacionales e internacionales, ha pasado anteriormente por varias escisiones en diferentes momentos de su historia. Tal y como nos lo recuerda el siguiente pronunciamiento.

 

Esta crisis no haría más que inscribirse en el ciclo de la repetición de las escisiones y fracturas a las que el campo lacaniano [y psicoanalítico en general] nos tiene acostumbrado desde décadas y que solo conducen a... Una nueva repetición (es más, parece que ya hay algunos que, a partir de lo que definen como el “principio de disolución”, ya teorizan acerca de la inevitabilidad de este tipo de funcionamiento). (Sauval, M. 1998) [Las palabras entre corchetes me pertenecen].

 

Panorama que pasaba a representar las palabras textuales del informe leído y presentado en las instalaciones del CPM del Distrito Federal, por el Dr. Eduardo Remedi para la “Devolución a los formandos” –de la cual fui asistente– sobre los resultados de la intervención institucional solicitada por el CPM al CINVESTAV (CPM Distrito Federal, 2012), plática de asistencia abierta para los integrantes del Instituo en formación. Lo cito:

Existen problemas de funcionamiento con las dinámicas internas de los miembros activos: problemas entre sus instancias, entre las condiciones, la mesa directiva, los miembros activos... Hay poca claridad sobre el funcionamiento del CPM porque no tienen nada reglamentado. 

 

Comienzan a caer fichas…

 

Decido entonces publicar mi artículo “Igor Caruso y una madeja de mitos y novelas en el psicoanálisis institucional” a través de la revista científico cultural por internet: Carta Psicoanalítica. Apareciendo el artículo en enero del 2014, en su número 20. Hecho que comunico posteriormente a la presidenta de la mesa directiva del CPM.

 

Su respuesta ante este anuncio (que sucede, ella ya sabía) es manifestarme que los miembros activos se han molestado severamente con el contenido de mi escrito y me dice que he cometido varios errores graves, principalmente –desde su punto de vista– ahí escribo que ellos “Están en un silencio sospechoso, perverso, casi casi a escondidas”.

 

Esta particular interpretación es punto neurálgico para las reacciones de la comisión de la reapropiación de la memoria y de los dirigentes del CPM. Interpretación que surge del señalamiento y planteamientos que se hacen, en el artículo, primeramente de que el pasado de Caruso nunca fue cuestionado desde que ellos lo conocieron, así como tampoco fue cuestionado, (durante largo tiempo) en Austria, ni demás sitios, cosa que también se asienta en el artículo.

 

Y en segundo lugar, el señalamiento sobre que el Círculo todavía no había dado cuenta de la información encontrada sobre Caruso, a pesar de ya conocerla a lo largo de más de un año.

 

Este señalamiento en el escrito parte de que: al haberles yo compartido lo hallado (a principios de octubre de 2012), no se habla ni se trabaja abiertamente en el Círculo –todo–. Siendo que, por mi parte: así como lo encontré, así lo participé, sin reservas de tiempo ni de contenido, comprendiendo que el tema era fuerte y por lo mismo necesario de ser expuesto, no por ello inaccesible para cualquier integrante de la institución e interesado en el tema.

 

En aquel momento el desarrollo de mi investigación y trabajo sobre el tema continuó, como podría haber sido el caso de todo aquel que quisiera participar… Si hubiera tenido la oportunidad de saberlo…

 

Sin embargo aquellos a los que se les dio la información eligieron decidir por el resto, excluyéndolos de lo que a su vez les había sido entregado sin reservas.

 

Sí, soy de la idea de que la información sobre Caruso era ciertamente discutida: Pero sólo entre los miembros activos (desconozco entre cuales). La cuestión es que ellos, por su parte, no abren “eso” que se les dio a conocer en aquella época de ninguna forma, ya sea institucional, ya sea a las personas que en ese momento integraban a la institución como formandos de las demás generaciones (egresados y en curso en aquel momento), ni al público interesado en general, con lo cual el artículo presenta efectivamente un cuestionamiento a ese respecto, que luego pasa a ser interpretado por ellos bajo una lupa singular.

 

Las formas de “grupalidad” instituidas por el saber psico-analítico no dejan de ser inquietantes. (Perrés, J. 2000, p. 31.)

 

Pienso que no se trata de que los dirigentes de una institución divulguen la totalidad de sus reflexiones y asuntos internos, me parece que todo grupo institucional requiere de ciertos manejos privados que competen de diferentes formas a sus integrantes y a cada parte de la estructura, siempre y cuando, –postura personal– esos manejos no comprometan la transparencia ni como institución, ni entre sus partes.

 

Otro aspecto fundamental de la cuestión es que la información sobre Caruso no estaba encubierta, no formaba parte de los archivos o actas privadas del CPM, no se encontraba bajo llave o en calidad de expediente secreto en alguna oficina de inteligencia. Estaba y está en el ciberespacio, en libros, periódicos, en journals, en artículos en México, Argentina, Austria, Alemania, España, etc. y por lo tanto es un asunto histórico de un momento preciso del psicoanálisis que es del dominio público.

 

Y a pesar de habérseles mostrado abiertamente y dicho su lugar de procedencia, deciden convertirlo, durante más de un año, en un asunto privado, interno y por lo tanto político, hablado sólo al interior del grupo de miembros activos y personas elegidas por ellos, no afuera de este conjunto, aunque atravesara a la institución toda y a todo aquel que se pudiera interesar en el tema, por ende considero que no competía solamente a ellos, ni procedía el manejar la información como propiedad privada hasta que ese grupo decidiera cuándo, cómo y dónde abrirla.

 

Lo racional de las instituciones, no sabido y no querido como tal, puede ayudar a lo funcional; puede también serle adverso […] puede serlo de manera insinuante, lenta, acumulativa –y entonces el conflicto no aparece sino hasta más tarde. (Castoriadis, C. 1975, p. 198.)

 

Retomando, nuevamente, la conversación con la presidenta de la mesa directiva del CPM, otro error del que se me grava es no haber consultado primero con ellos, antes de tomar la decisión de publicar mi trabajo, bajo su perspectiva mi intención era tener la primicia de la información que se desconocía de Caruso.

 

Desde su punto de vista mi publicación es improcedente, tanto por el talante que le adjudican, como por el hecho de haber sido invitada a una investigación sobre ese tema en el CPM y –a pesar de esto– publicar de forma independiente un artículo mío sobre Caruso escrito de la forma en que lo hice, lo cual –se me dijo– rayaba en la traición y el maltrato a la institución. Punto de vista que expresan públicamente y que presentaré más adelante. Y que está directamente ligado con el hecho que a continuación menciono.

 

Como parte de las reacciones del CPM a la publicación del artículo, en marzo de 2014 la mesa directiva y los miembros activos deciden expulsar de tal institución a Rodolfo Álvarez del Castillo Luviano, en calidad de miembro activo. Noticia que deciden darle a través del envío de una carta que además hacen pública, lo que permite citarla a continuación. La carta no tiene rúbrica, solo los nombres y los saludos cordiales de la mesa directiva bajo el sello del CPM.

 

 

Cito:

En últimas fechas se publicó en Cartapsi un expediente con información sobre Igor Caruso en la que se incluyó un artículo que redactó Cynthia del Castillo, egresada del Instituto de Formación (IFAS). Como se le mencionó telefónicamente a Cynthia, ’todos somos libres de publicar lo que escribamos y queramos’, pero lo que molestó a varios de nosotros como miembros activos, es el párrafo en el que expresa su sospecha sobre el silencio y actitud del CPM de guardar en secreto la participación de Igor Caruso en Spiegelgrund.

 

El subrayado en la carta me pertenece debido a que es, –categóricamente– un engaño: por inexistente. Esa frase no me fue dicha en ningún momento, como ahí se pretende sostener. Ni las palabras subrayadas, ni nada parecido fueron jamás pronunciadas. Lo que la presidenta me dijo sobre la publicación de mi artículo, repetidamente, fue que era un primer error de mi parte el no haberles consultado primero a los miembros activos (no a varios), antes de publicar. Aclaro “un primer error” de muchos otros que después me señaló sobre la publicación: tanto en timming, como en su mera existencia y sobretodo en su contenido –que iremos decantando–.

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1 Del Castillo, Cynthia, “Igor Caruso y una madeja de mitos y novelas en el psicoanálisis institucional”, Cuadernos Melanie Klein, No. 4, marzo 2014. Pp. 35-65. Monterrey, México. Regresar

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