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MANIFIESTO. GRUPO PLATAFORMA ARGENTINA.

Buenos Aires, octubre 1971

 

A los Trabajadores de la Salud Mental

 

Los que suscriben, psicoanalistas que constituyen el grupo Plataforma Argentino, integrante del Movimiento Plataforma Internacional, deciden hacer pública su separación de la Asociación Psicoanalítica Internacional y de su filial argentina.

Es ésta la culminación de una línea de trabajo previa y opción crucial para quienes la asumimos, dado que cancelamos así nuestra pertenencia a una institución que algunos de nosotros contribuímos a crear y en la cual invertimos muchos años de nuestras vidas, aprendiendo, enseñando, investigando y ejerciendo el Psicoanálisis.

 

Sabemos que este alejamiento nos trasciende como psicoanalistas y aún como personas, cobrando un significado que se proyecta en un contexto mucho más amplio que el de la vida científico-institucional. Para explicar los motivos y los propósitos que nos animan, nos dirigimos a los trabajadores de la salud mental, incluyendo entre ellos a nuestros colegas. Con esta comunicación, con trabajos científicos y a través de tareas de docencia, investigación y asistencia, aspiramos a dar una clara imagen de nuestra identidad, a todos los sectores. En este sentido publicamos un anteproyecto de actividades y estructura organizativa que definirá la forma de incorporación a nuestro movimiento.

 

Consideramos que la Obra de Freud, el psicoanálisis, produjo una revolución en las Ciencias Sociales con su aporte específico de conocimiento científico y que ese surgimiento estuvo y está determinado, pese a su autonomía relativa, por el contexto socio-económico-político en el que se práctica. Entendemos que, como más abajo detallamos, el psicoanálisis ha sido distorcionado y detenido, necesitando para retomar su línea de innovación y desarrollo, de la imprescindible contribución de otras ciencias, así como de una distinta y explícita inscripción social, ineludible en este momento histórico.

 

Nuestra disciplina provee el conocimiento de las determinaciones enconscientes que regulan la vida de los hombres, pero la misma, como conjunto de prácticas sociales articuladas, está regida también por otros órdenes determinantes: fundamentalmente el sistema de producción económica y la estructura política. Tales relaciones generan en los individuos sistemas de creenecias acerca del lugar que ocupan en la Sociedad, configurando las ideologías de clase. Estas son entonces registros parcializados de la realidad de las prácticas sociales destinados a orientar y justificar toda práctica. Ser coherentes con estos conceptos nos obliga a entender que el ejercicio científico, indisolublemente ligado a nuestro estilo de vida y a la organización institucional a la que pertenecemos, está igualmente condicionado e ideologizado en todos los aspectos por su inserción en el sistema, siendo tan sólo una particularidad de las instituciones que lo integran y sostienen.

 

La razón de nuestro alejamiento pasa por discidencias con la organización societaria psicoanalítica a todos los niveles: teórico, técnico, didáctico, investigativo, económico, pero aquí queremos enfatizar uno decisivo, el ideológico. En este plano el enfrentamiento y las exigencias de acción concreta que comporta es insuperable e impugna a la ideología global de la Institución, por lo cual queremos que queda claro que no nos impulsa grupal o individualmente ninguna intención más o menos reformista ni reinvidicatoria intra-institucional y que las críticas que siguen no aluden a personas, muchas de las cuales apreciamos, por las que fuimos formados psicoanalíticamente y a las que formamos. Por nuestra parte hemos sido criticados repetidamente tanto por quienes sostienen que somos negativos o superfluos como los que nos reprochan no haber asumido antes lo necesarios que éramos alcanzando desde el comienzo una línea madura. No volveremos, por ahora, a ocuparnos de las críticas que desde el quietismo o los pactos con el sistema intenten entorpecernos.

Sostenemos que esta separación producto de un largo y difícil proceso, es indispensable, y que no puede ser callada y resignada puesto que nos declaramos abiertamente partidarios de una inscripción cualitativa y cuantitativamente distinta del proceso social, económico y político nacional y latinoamericano. Como científicos y profesionales tenemos el propósito de poner nuestros conocimientos al servicio de las ideologías que cuestionan sin pactos al sistema que en nuestro país se caracteriza por favorecer la explotación de las clases oprimidas, por entregar las riquezas nacionales a los grandes monopolios y por reprimir toda manifestación política que tienda a rebelarse contra él. Nos pronunciamos por el contrario comprometiéndonos con todos los sectores combativos de la población que, en el proceso de liberación nacional, luchan por el advenimiento de una patria socialista.

 

En el marco institucional, siendo como es partícipe sumiso de ese orden, el pensamiento psicoanalítico ha sido distorsionado y detenido, paradojalmente, porque la organización fue creada con la misión de defenderlo y cultivarlo. Esta paralización está esencialmente dada por la política ejercida desde los cargos directivos, cuyo efecto, más allá de las buenas intensiones de quienes también son esterilizados científica y efectivamente por su palel, es consolidar cada vez más la estratificación jerárquica destinada al sostenimiento del privilegio económico de quienes están en el vértice de la pirámide. Esto se vuelve a su vez indoctrinante para quienes están en la base aspirarndo a llegar a la cúspide del poder. Mencionaremos algunos hechos que resten a este enunciado el valor de una mera afirmación y que permitan justipreciar los pactos ideológicos que se establecen entre Ciencia y Sistema, articulaciones entre estructura institucional e ideología de la clase dominante, que se expresan en esta modalidad de la práctica científica: la Asociación Psicoanalítica Argentina está compuesta actualmente por 367 personas de las cuales 194 pertenecen como miembros a la Institución y el resto al Instituto de Psicoanálisis en calidad de egresados y candidatos. Este sector de la población no tiene ningún acceso legal a la política institucional, ni puede recibir información exhaustiva cerca de la misma so pretexto del cuidado del encuadre analítico. Por otra parte, del total de miembros aceptados en la Institución sólo los 79 Miembros Titulares tienen voz y voto en las decisiones importantes. De los restantes, sólo los 116 Miembros Adherentes tienen voz pero no poder para tomar parte en las desiciones. Aún dentro de la minoría dirigente los subgrupos más encumbrados excluyen con maniobras más o menos legales a los demás.

 

En el Instituto de Psicoanálisis existe una situación semejante.

Hay una Comisión de Enseñanza que es el máximo nivel de la organización pedagógica, compuesta por miembros titulares que pertenecen a su vez a la misma minoría que rige los destinos de la Institución. Existe también un Claustro de Profesores, donde votan sólo los profesores titulares y adjuntos, pertenecientes en su mayoría al grupo antes mencionado. Frente a esa concentración de poder, para resaltar el contraste, consignamos que un cuerpo de delegados representa a los estudiantes que se hacen escuchar por su intermedio en la Comisión de Enseñanza en cuanto a algún tipo de reestructuración pedagógica circunstancial sin contenido demasiado innovador ni científico, ni objeciones a las relaciones de poder.

 

Por otra parte cabe recalcar que un candidato a psicoanalista se ve forzado a destinar a su formación entre 40 y 50 horas semanales de trabajo-estudio-dinero, lo cual significa, o bien una renuncia a toda actividad esencial por un período de cuatro años, o bien su realización en tiempo de descanso a costos de salud física y mental. Con todo son, en última instancia, los pacientes, quienes pagan ese artificial sobrecargo, y sorprende ver cómo los candidatos, pese a ese régimen de exacción, encuentran la forma de usar el lapso casi inexistente que les resta para elevar su estándar de vida mimetizando las pautas de consumo de los estratos superiores de la Institución.

 

Este ordenamiento vertical en que la autoridad jerárquica no necesariamente coincide con el mayor nivel científico sino con la antigüedad y laexperiencia burocrática, tiene un resultado claramente visible. No solamente desnaturaliza la función específica de la institución de promover la evolución teórico-técnica del Psicoanálisis: profundizando en los conceptos, intercambiando conocimientos con otras ciencias, inaugurando procedimientos y campos de aplicación originales, ensayando formas novedosas en la docencia, etc., sino qque la substituye por la búsqueda de prestigio, status y logros económicos.

 

Ya otras veces se han levantado en protesta contra la así llamada “falta de democracia” en la Institución y reclamando una supuestamente posible reestructuración.

 

Pero no es esa falta de liberalidad el punto clave de fractura que nos desliga de la Institución. Sabemos que la verticalidad administrativa y el paternalismo es justamente típico de las organizaciones liberales cuya máxima capacidad de permanecer está dada por una cierta posibilidad que exhiben de hacer concesiones. No ignoramos que esas características del modelo institucional son efectos indicadores de la necesidad del sistema socio-político-económico de sostenerse también sobre los pilares que le representa un poder científico prestigiado y monopolista del conocimiento que se maneja para su producción específica con las pautas y la ideología que el mismo sistema suministra en otros ámbitos para su perpetuación.

 

Lo que nos separa esencialmente es que esas modalidades de funcionamiento societario, a más de los efectos citados, al aislar entre sí a los distintos cuadros en cuanto a la política interna y a la Institución con la realidad en cuanto a la externa, van paulatinamente encasillando a los psicoanalistas, con la aquiescencia de los mismos en su larga espera por el ascenso, en el reducto de un estricto quehacer profesional a-político y a-social. Esa penosa condición es racionalizada con el criterio de la “neutralidad valorativa” del científico, supuestamente posible y necesaria, integrante de toda una concepción utópica que incluye ilusas esperanzas de cambio social al que como hombres no podemos aportar porque el profesionalismo nos absorve y como psicoanalistas tampoco porque todo intento en ese sentido es acusado de “violación ética” y “mezcla entre Ciencia y Política”.

 

Así nos formamos y así hemos formado a otros. Estamos en camino de ser y hacer otros psicoanalistas uniéndonos a todos aquellos que deseen colaborar en una línea afín a la nuestra. Queremos practicar verdadero psicoanálisis. Esta es una desición que nos compromete en el trabajo y la denuncia enrolándonos junto a otros científicos y profesionales que entienden que su ceincia no puede ni debe utilizarse para construir un muro aislante que la enajene de la realidad social ni enajena a la misma de su instrumento teórico, conviertiéndolo de esta manera en herramienta mistificante y mistificada al servicio del no-cambio. Para nosotros, desde aquí en más, el Psicoanálisis no es la Institución Psicoanalítica oficial. El Psicoanálisis es donde los psicoanalistas sean, entendiendo el ser como una definición clara que no pasa por el campo de una Ciencia aislada y aislante, sino por el de una Ciencia comprometida con las mútiples realidades que pretende estudiar y transformar.

 

Grupo Plataforma Argentino

 

Armando Bauleo; Gilberte Royer de García Reinoso; Fanny Baremblitt de Salzberg; Hernán Kesselman; Gregorio Baremblitt; Marie Langer; Carlos G. Bigliani; Miguel Matrajt; Lea Nuss de Bigliani; Guido Angel Narvaez; Manuel Braslavsky; Eduardo Pavlovsky; Luis María Esmerado; José Rafael Paz; Andrés Gallegos; Emilio Rodrigué; Diego García Reinoso; Juan Carlos Volnovich.

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